21 de enero de 2013

DIVERSAS ORGANIZACIONES FEMINISTAS Y SOCIALES DICEN NO AL VATICANO DENTRO DEL SISTEMA DE INTEGRACIÓN CENTROAMERICANA (SICA)


DIVERSAS ORGANIZACIONES FEMINISTAS Y SOCIALES DICEN NO AL VATICANO DENTRO DEL SISTEMA DE INTEGRACIÓN CENTROAMERICANA (SICA)
Como representantes de diversos sectores de la sociedad civil, en el marco del ingreso del Estado Vaticano como observador extra-regional en el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), a la opinión pública nacional e internacional, comunicamos:

El SICA, tiene como objetivo fundamental la integración de Centroamérica como una región de Paz, Libertad, Democracia y Desarrollo, y en tal sentido el ingreso del Estado Vaticano como observador no contribuye al logro de dicho objetivo por las siguientes razones:

1. La mayoría de Estados centroamericanos consignan en sus Constituciones la separación entre Estado e Iglesias, es decir asumen el carácter laico del Estado. Por ello la integración del Estado Vaticano en este espacio regional, como representante de una Iglesia concreta va contra el carácter laico de nuestras
instituciones, las cuales podrían ser observadas por una instancia religiosa.

2. El Estado Vaticano no es una democracia y no tiene un gobierno electo por sufragio universal, sino que es un Estado teocrático que se gobierna mediante una monarquía absoluta, en el que el Jefe del Estado es cooptado entre un cuerpo colegiado que tampoco ha sido electo. Este Jefe de Estado concentra los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Por tanto la presencia de un estado de tales características no contribuiría a cumplir el primer propósito del SICA, que es consolidar la democracia y fortalecer sus instituciones.

3. La inclusión como observador en el SICA de la jerarquía de una Iglesia concreta tendría un carácter discriminatorio ante las personas que profesan otras religiones y posiciones filosóficas. En El Salvador el 50% de la población se declara católica y el otro 50% profesa una religión distinta o no tiene creencias religiosas (Encuesta de Evaluación año 2012, IUDOP), por lo que se estaría dando un trato preferencial a la mitad de la población y discriminando a la otra mitad, entre ella a nuestra población indígena cuya religión fue perseguida durante la colonización. Esto
lógicamente no contribuiría a cumplir el segundo propósito del SICA de impulsar “un amplio régimen de libertad que asegure el desarrollo pleno y armonioso del individuo.”

4. El Estado vaticano no ha firmado la Declaración Universal de Derechos Humanos y solo ha suscrito 10 de las 103 convenciones internacionales existentes, que reconocen y amparan los Derechos Humanos. El informe 2011 de Amnistía Internacional, señala que La Santa Sede no hizo lo suficiente para cumplir sus obligaciones internacionales relacionadas con la protección de menores,
específicamente de abusos sexuales, por su encubrimiento de casos de pederastia cometidos por sacerdotes de su iglesia, lo que no abona al propósito del SICA de fortalecer las instituciones sobre la base del irrestricto respeto a los Derechos Humanos. 2

5. La resolución sobre Genero, Integración y Desarrollo aprobada por el Consejo de Ministras de la Mujer de Centroamérica (COMMCA/SICA), señala como su primer acuerdo “Incorporar la igualdad y la equidad de género como temas estratégicos y
de alta prioridad, tanto en el SICA como en los Estados que lo integran”. Sin embargo el Vaticano considera una “falacia profunda esta teoría (de género) y la revolución antropológica que subyace en ella”(Discurso de J Ratzinger, Benedicto XVI, Jefe del Esta Vaticano, el 21/12/2012), por lo que no comparte principios
fundamentales del SICA.

6. Esta concepción del mundo y posiciones morales nos preocupan profundamente por las reiteradas actuaciones del Estado Vaticano en las Naciones Unidas y la OEA, en contra de los derechos de las mujeres, de la equidad de género y de los derechos sexuales y reproductivos de todas las personas, pretendiendo imponer
sus concepciones morales y normas de conducta a toda la sociedad.

7. Respetamos el derecho a la libertad de pensamiento y de conciencia y el derecho a las prácticas religiosas de las diferentes iglesias, así como a que desarrollen procesos de incidencia en las distintas instancias del estado y la sociedad, pero no a que se intenten imponer visiones del mundo y normas y principios morales
particulares a toda la sociedad, otorgando el estatus de Estado a una organización religiosa.

POR TANTO:
1. Expresamos NUESTRO TOTAL RECHAZO al ingreso del Estado Vaticano como observador extra-regional en el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), hecho que según se ha conocido sorpresivamente se quiere realizar este día 21 de enero de 2013.

2. Lamentamos que los gobiernos de istmo y en particular el Gobierno de El Salvador (GOES), no hayan analizado política y objetivamente tal decisión y, lo peor, que no hayan hecho previamente las consultas del caso con los diversos sectores involucrados en la construcción de una sociedad democrática, inclusiva y respetuosa de los Derechos Humanos de todas las personas, incluyendo a grupos y segmentos poblacionales que por razones religiosas han sido históricamente marginados de las grandes decisiones y del reconocimiento de sus derechos fundamentales.

3. Finalmente, deploramos el hecho de que al haber aprobado tal solicitud de ingreso al SICA, los gobiernos de la región hayan dejado en evidencia su falta de respecto al marco constitucional de cada Estado y al carácter laico de los mismos; asimismo, que hayan demostrado su incapacidad de despojarse de sus propias creencias y de renunciar al tutelaje de determinada corriente de pensamiento religioso, lo cual desdice mucho de su compromiso por trabajar en la construcción de una real democracia, libre de toda forma de discriminación, en beneficio de todo el pueblo centroamericano.

Por la libertad de pensamiento y de conciencia
Por la separación entre Iglesia y Estado

San Salvador, lunes 21 de enero de 2013

17 de enero de 2013

De la memoria del horror a la dignificación

De la memoria del horror a la dignificación

Fotografía : Silvia Posocco



Por Lily Muñoz / Socióloga feminista
Antes del 24 septiembre recién pasado, Sepur Zarco no significaba nada para quienes acudimos ese día –y los siguientes- al Juzgado B de Mayor Riesgo, donde 15 mujeres q’eqchi’es ofrecieron sus testimonios ante un juez, como prueba anticipada de los crímenes sexuales que el ejército cometió en contra de su humanidad, en el marco del conflicto armado interno.

Luego de escuchar los dramáticos testimonios de las 15 mujeres durante cuatro días continuos, Sepur Zarco (un destacamento militar ubicado entre Alta Verapaz e Izabal) se ha convertido casi en un ícono del horror, para las personas que tuvimos el honor de presenciar ese hecho histórico que -por cierto- ha sentado un precedente único en el mundo, pues nunca antes un tribunal nacional había conocido este tipo de crímenes (abusos sexuales, violaciones tumultuarias, esclavitud sexual, esterilización forzada, entre otros) vinculados a la estrategia militar genocida implementada en Guatemala, de manera más descarnada, en los primeros años de la década de los ochenta.

Los testimonios fueron dibujando poco a poco el modus operandi que permite arribar a la conclusión de que en efecto, la violencia sexual que miembros del ejército guatemalteco ejercieron contra las mujeres en Sepur Zarco, formaba parte de la estrategia militar y, en consecuencia, es posible deducir responsabilidades a los autores materiales, así como a los intelectuales, siguiendo la respectiva cadena de mando.

Un destacamento militar, un campo de concentración

Sepur Zarco hoy, es un monumento al horror, tanto como Auschwitz, el campo de concentración nazi que en 1979 fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, como símbolo de la crueldad humana, en el que las evidencias de la tragedia [el holocausto] se mantienen para que se recuerde a las víctimas y para que una catástrofe similar no vuelva a ocurrir.”[1]

Sepur Zarco guarda más semejanza con Ravensbrück, el mayor campo de concentración nazi para mujeres, donde 132 mil personas –mujeres, niñas y niños- fueron sometidas al trabajo esclavo y miles sufrieron violencia sexual por parte de los soldados, pero poco se conoce. Este olvido histórico no es casual ni inocuo, como tampoco lo es el hecho de que en Guatemala por décadas enteras se haya olvidado hablar de la violencia sexual como uno de los graves crímenes cometidos por el ejército durante la época genocida, aun cuando se trata de un delito de lesa humanidad. ¿Tendrá esto que ver con que las víctimas fueron mujeres y además mayas?

Ravensbrück, el infierno de las mujeres, es una obra que recientemente se presentó en España. Los autores se refieren a ella como una historia bastante reveladora de cómo siempre entre los olvidados, hay alguien más olvidado todavía, y esto acostumbra a corresponder a una cuestión de género.[2]

En el caso de Guatemala es además una cuestión étnica. Por lo tanto, Sepur Zarco y Ravensbrück son monumentos al horror, que visibilizan a las mujeres sobrevivientes, como sujetas políticas profundamente comprometidas con la disputa por la memoria histórica y con su propia re-dignificación, es decir, con la recuperación de su dignidad, de la cual habían sido despojadas durante 30 años, tanto por sus victimarios como por la historia oficial. ¿Acaso no era suficiente con despojarlas de sus compañeros de vida, hijas e hijos, tierras, casas, animales, cultivos y de su tranquilidad cotidiana?

Sepur Zarco y Ravensbrück son mudos testigos de las distintas estrategias que las mujeres -entonces víctimas-, implementaron para sobrevivir, en medio de situaciones límite, en las que la única meta asumible era la supervivencia diaria[3], que poco a poco fue cristalizándose en su clara apuesta por la vida y por la libertad, no obstante la aniquilación y la esclavitud simbólica y material a la que se encontraban sujetas.

Importante decisión política: hablar

El hecho de que las mujeres de Sepur Zarco hayan traspasado las barreras del terror y roto el largo silencio impuesto socialmente en torno a la violencia a la que fueron sometidas en aquel infausto 1982 –durante el régimen de Ríos Montt-, hace que ese destacamento inicie el tránsito de la memoria del horror a la memoria de la dignificación.

Este hecho también hace que las protagonistas transiten de la condición de sobrevivientes a la de sujetas políticas activas y actuantes en la lucha por la memoria y por la transformación social, a partir de su decisión política y simbólica de poner sobre la mesa un problema social que esta sociedad todavía no ha sido capaz de reconocer, de discutir y de resolver: la violencia sexual en tiempos de guerra y en tiempos de paz.

Sepur Zarco es sólo el primer monumento al horror que ha sido develado por las mujeres sobrevivientes a los crímenes sexuales cometidos por el ejército en Guatemala, pero lamentablemente no es el único.

En la medida en que más mujeres sobrevivientes se atrevan a romper el silencio en distintos puntos del país, veremos aparecer con mayor claridad las geografías del terror[4] que la época genocida construyó para las mujeres en este país. Entonces tendremos que admitir que ese pasado está más presente que nunca y es preciso conjurarlo a partir de la justicia judicial, social e histórica, para que no tengamos más monumentos al horror, ¡nunca más!

Publicado en: La Cuerda. Miradas feministas de la realidad. No. 161, Año 14. Guatemala, noviembre 2012. Pág. 3.


[1] Microsoft Encarta, 2007.
[2] Armengou, Montse y Ricard Bellis. (2008). Ravensbrück. El infierno de las mujeres. Colección “El Ojo de la Historia”. España: Belacqua.
[3] Beteta Martín, Yolanda. La feminidad normativa y la violencia sexual en el III Reich. La deconstrucción de las identidades femeninas y la explotación sexual de las mujeres en los campos de concentración y exterminio. Revista Electrónica de Historia El Futuro del Pasado, No. 3, Año 2012. En: www.elfuturodelpasado.com
[4] Oslender, Ulrich. (2010) Geografías del terror en Colombia. Geopolítica(s). Revista de Estudios sobre Espacio y Poder. Vol. 1, núm. 1, Año 2010. En: www.revistas.ucm.es