Texto: Quimy De León
Fotografías: Quimy De León y Cristina Chiquin
Nos dispusimos a dar un paseo por el cementerio general de la capital. Desde dos cuadras antes de llegar al portón principal ya era difícil caminar, igual que nosotras decenas de personas decidieron salir de sus casas para visitar a sus familiares que ya descansan en paz. Algunas personas llegan a adornar los nichos, otras comen y bailan cerca de sus seres queridos, no falta quien se toma las cervecitas acompañada de mariachis. El cementerio también ofrece comer un poco, en un día como hoy este lugar también es propicio para buscarse la vida vendiendo comida o flores para adornar las tumbas.
Conforme caminábamos, nos llegaban olores a carne asada, algodones de azúcar o churros, de todo se me antojaba pero había que entrar pronto, antes de que se hiciera más tarde.
Al caminar un poco, de manera simple pudimos fácilmente observar y sentir parte de nuestras diferencias y conflictos sociales, un cementerio con grandes mausoleos con antiguas esculturas. Imágenes de lo "femenino", representadas en el arte fúnebre de quizá más de un siglo, reproduciendo ideas de la familia, la maternidad y la "belleza" bastante alejadas de nuestra realidad. No es de extrañar, cuando una se fija en los apellidos de las familias que las usaron para adornar las tumbas de sus familiares.
Estatuas con miradas rígidas y melancólicas perpetuando simbólicamente lo que se supone que debemos ser.
Estatuas con miradas rígidas y melancólicas perpetuando simbólicamente lo que se supone que debemos ser.
No hace falta caminar demasiado para encontrar tumbas de militares, policías, ex presidentes, revolucionarios, colonias de inmigrantes que han determinado las relaciones sociales y políticas del país como la colonia alemana o la china. Estos mausoleos evidentemente ya no son visitados, seguramente estas familias han migrado a cementerios tipo parques, ubicados en las afueras de la ciudad.
Pero las imágenes del autoritarismo no están solamente en estatuas o estructuras de cemento viejas, sino que a cada paso se encuentra uno policías y militares controlando el día de fiesta y descanso. Es común que mucha gente sienta temor de caminar en los cementerios, por el miedo a los "espantos y los espíritus" pero no hay nada más tenebroso que sentir el control militar en cualquier ámbito de la vida.
La mayoría de la gente que camina y visita este cementerio proviene de las clases populares, solo es preciso cambiar un poco de dirección, hacia los márgenes y ya se empiezan a escuchar los mariachis, se nota el colorido y le movimiento. Los nichos municipales están llenos de visitas y de flores, muchas mujeres llegan aquí con ramilletes en las manos y las ganas de dejar algunas palabras y nostalgias en este lugar de descanso.
Hay pájaros que se llevan
las penas bajo sus alas
sobrevuelan el cielo
anunciando el principio del camino
el fin del miedo y la duda.
Abajo calmamos la sed
con velas y flores
retratos e incienso
esperamos el momento
en que sus ojos nos vean
ansiamos prendernos
en la lengua de su canto.
(Cristina Chiquin )
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