Por:: Melissa Cardoza
Podemos
sentarnos en nuestros rincones, mudas para siempre,
mientras nuestras hermanas y nosotras mismas nos arruinamos,
mientras nuestros hijos son distorsionados
y destruidos,
mientras nuestra tierra es envenenada,
podemos sentarnos en nuestros seguros rincones mudas como botellas,
y aún así no
tendremos menos miedo.
Audre
Lorde. Los diarios del cáncer.
Con una cara compasiva y la afirmación
de Para qué se matan tanto si a estos
malditos no les importa nada, mi vecina querida, solidaria, que me guarda
tamales y está pendiente de mi tos madrugadora está convencida de lo que me
dice. Sabemos que por ahí tiene razón, a este patriarcado, la vida de la gente no le importa nada, la de
las mujeres, menos.
Una caminata por la dignidad y la
soberanía que se llama Paso a Paso, inició este 25 de febrero, bajo la mirada
de una luna llena que no se oculta del día. Desde muchos puntos cardinales cientos
de caminantes haremos camino al andar, vamos a poner el cuerpo sobre los
caminos, las carreteras para llegar el 8 de marzo a Tegucigalpa y hacer un plantón nacional, ahí
en el centro político del país.
La lucha contra la explotación minera y
las ciudades modelo, ya aprobadas como leyes por este entreguista régimen, y la
demanda por la liberación inmediata de Chavelo Morales, un luchador por la tierra, encarcelado
injustamente, son los ejes del camino.
Sin embargo, suelta en la calle, libre, linda y loca, la Caminata por la dignidad y la soberanía que
juntará tanta gente y tanta palabra será la puesta de todas las luchas ahí
autoconvocadas.
En una recién y nutrida reunión donde diversos feminismos planteamos la necesidad urgente del reinicio de otra etapa entre nosotras, y de acordar luchas compartidas sobre esta Honduras desangrada que intentan a diario aniquilar, las feministas decidimos involucrarnos en esta caminata, sumando a las consignas de la marcha las nuestras: la vida digna para nosotras, contra los femicidios y por la justicia para todas, nos manifestaremos contra la militarización y entrega de nuestros territorios cuerpos-país.
Entendiéndonos colectivamente en una comunidad que no es
sólo la de nuestras compañeras históricas de lucha, sino todas las personas que
nos dolemos por cada asesinato, por cada robo público e impune de funcionarios,
políticos y militares, por cada acto de injusticia contra cualquiera en esta
tierra, nos vamos a caminar con otra
gente, con nuestras piernas. A conversar, mientras tengamos aire, para entender
otras razones y rabias y decir las
nuestras, conocer los cuentos de la
gente que sabe contar, asolear el cuerpo bajo este sol picante de verano
hondureño con las lógicas de quienes seguimos luchando contra la guerra, a reír
por las pasadas, a saber las maneras de
resistir que se acumulan en tantos puntos del país, a reconocernos juntas y con
otros.
En la caminata haremos acciones públicas
que pongan nuestras propuestas en la calle, leeremos nuestras historias,
nuestra poesía, discutiremos, compartiremos lamentos y chistes, los pies
dolidos, el agotamiento, las sorpresas. Caminaremos como un acto de dignidad,
como un antiguo acto de protesta, de movilización ante el miedo que se supone
debemos sentir como único sentimiento legítimo en este tiempo, caminaremos ante
la masacre de la vida en Honduras, evitando responder con la violencia como
tantas veces dan ganas.
No nos vamos las mujeres que tienen que
cruzar a pie desiertos y fronteras para
buscar la vida en otros países; caminamos hacia nosotros, hacia nosotras,
mirándonos en espejos de luz, observando cómo cambian nuestros rostros ante el
paso del sol y el viento, recorriendo los heridos territorios de esta matria,
hablando con otra gente, cuidando entre
todas y todos las aromáticas flores de la vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario