30 de noviembre de 2012

Por la libertad, autonomía y dignidad de las mujeres: ¡No + violencia machista! Llamado a la Acción 2012

25 de Noviembre  Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres

La Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, RSMLAC, en consonancia con su visión y misión históricas y con su trayectoria de defensa de los derechos humanos universales, este 25 de Noviembre, Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres, lanza su Llamado a la Acción 2012:


Por la libertad, autonomía y dignidad de las mujeres: ¡No + violencia machista!

Objetivos

* Contribuir activamente a la promoción, protección y garantía del derecho humano de las mujeres a vivir una vida libre de violencias, abusos y discriminaciones, tanto en el espacio privado como en el público.

* Compartir actividades de la membresía de la Red tendientes a sensibilizar acerca de la violencia contra las mujeres y las niñas como un delito que exige castigo severos, y de la necesidad de proteger sus derechos humanos.







En contexto

Desde hace décadas las mujeres salimos a las calles a exigir que se respete nuestro derecho humano a vivir una vida libre de violencias, discriminaciones y abusos, sea en el ámbito privado o público. No es aceptable que este clamor de la mitad de la humanidad siga sin respuestas prontas y efectivas, y que el solo hecho de ser mujer continúe siendo un factor de riesgo y de grave vulneración de derechos e incluso de muerte.

Por otra parte, bien sabemos que la violencia que afecta a mujeres y niñas en su más amplia diversidad no se manifiesta de una sola forma, sino que adquiere los más distintos rostros, detonándose en el ámbito de las familias, en el espacio laboral y escolar, en las calles, en el espacio social en su conjunto, y que los agresores pueden ser la pareja habitual, otros familiares, conocidos o extraños, incluso agentes de instituciones y del Estado. El costo humano y económico de este fenómeno es altísimo, no solo para la vida y salud integral de las mujeres sino también para las familias y comunidades todas, ya que ven alterada la sana convivencia y el relacionamiento entre sus integrantes a causa de situaciones abusivas que afectan a las mujeres en distintas etapas de su ciclo vital.

La conciencia acerca de estos hechos ha aumentado consistentemente en los últimos años, en especial gracias al trabajo desarrollado a todo nivel por las organizaciones de mujeres y también por el paulatino involucramiento de organismos internacionales y de los Estados. Sin embargo, aún persiste en la mayor parte de los países una respuesta institucional débil o insuficiente frente a este tipo de delitos. Y, lo más grave, la sociedad misma es lenta e incluso renuente en el reconocimiento de que se trata de una violación a los derechos humanos universales y que su impacto en la salud física y mental puede tener graves consecuencias a corto, mediano y largo plazo.

Por ello, si bien existe una creciente sensibilización social respecto del fenómeno, en la cotidianidad de mujeres y niñas porfiadamente persisten situaciones de desigualdad, discriminación y violencia. Esto quiere decir que las leyes promulgadas a niveles nacionales, los instrumentos jurídicos internacionales y las instancias creadas para hacer frente a estos delitos no han logrado el objetivo más importante, cual es prevenir, castigar y finalmente erradicar la violencia contra las mujeres de nuestras sociedades.

Para conseguir dicho fin es necesario, entonces, remover desde las bases las estructuras sociales y los condicionamientos culturales que sustentan la violencia con sesgo de género, y que están basadas en la desigual distribución del poder entre mujeres y hombres con la consiguiente subordinación de lo femenino a lo masculino. Todo lo cual le da un rango de "normalidad" o “naturalidad” a muchas de las conductas agresivas y discriminatorias de que son objeto las mujeres en el día a día, a partir del convencimiento de que su rol social es inferior y disminuido respecto de los derechos del hombre.

La Conferencia Mundial de Derechos Humanos de Viena, en 1993, y distintos tratados, declaraciones y convenciones del sistema internacional de derechos humanos que abordan la violencia contra la mujer, constituyen hitos para el reconocimiento de que la violencia machista es una violación a los DDHH. La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, "Convención de Belem do Pará”, y la Declaración de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, entre otros documentos, contienen amplias definiciones sobre la misma y acerca de los contextos donde ocurre, así como también asignan con claridad la responsabilidad ineludible de los Estados para su prevención y castigo.

En los ámbitos nacionales, por otra parte, son cada vez más los países que cuentan con legislaciones nacionales contra la violencia hacia las mujeres, pero son pocas las legislaciones con “nombre propio”, es decir aquellas que se enfocan en la violencia contra las mujeres, y evitan subsumir este fenómeno en conceptos tales como “violencia intrafamiliar” o “violencia doméstica”, que más bien invisibilizan el hecho de que son las mujeres y las niñas las principales afectadas.

En términos del impacto, estudios del Banco Mundial han estimado que las mujeres entre 15 y 44 años tienen más Años de Vida Saludables Perdidos a causa de violación y violencia por parte de la pareja que por cáncer de mama, cáncer cervical, parto obstruido, enfermedad cardiaca, SIDA, infecciones respiratorias, accidentes de tránsito o la guerra, lo que da cuenta de la magnitud del daño. En lo social, la vivencia de violencia machista inhibe a las mujeres para participar en la vida pública en igualdad de condiciones, es decir, se ve afectada su calidad de ciudadana.

Efectivamente, la violencia frecuentemente conduce a serios problemas de salud a mediano y largo plazo, incluyendo dolor crónico, y discapacidad física. Y los impactos específicos en la salud reproductiva también son graves, por ejemplo, complicaciones del embarazo, aborto espontáneo, bajo peso al nacer, enfermedad inflamatoria pélvica, riesgo de embarazos no deseados y de contagio de enfermedades de transmisión sexual, incluido el VIH/SIDA. En cuanto a la salud mental, la depresión es frecuente en las mujeres agredidas, así como también la tendencia al abuso de drogas y alcohol, e intentos de suicidio, en especial en aquellos casos en los cuales la violencia es de larga data.

En cuanto a la caracterización de la violencia machista, esta ocurre a distintos niveles: en las relaciones de pareja, al interior de las familias y en las etapas de noviazgo; en el espacio público, ya sea el laboral, el escolar; en el ámbito político; en los establecimientos de salud; en las cárceles; en los campamentos de refugiados o desplazados, etc. Aunque menos explícita, también hay violencia sexista en el lenguaje de los medios de comunicación y en la publicidad que utilizan imágenes estereotipadas y ofensivas de las mujeres; en las leyes y regulaciones discriminatorias que ejercen una clara violencia simbólica; en las costumbres y prácticas tradicionales; en los textos escolares; en el lenguaje cotidiano; y por supuesto en la acción fundamentalista del discurso religioso que coloca a las mujeres bajo el control de otros.

Por otra parte, la instalación de modelos de desarrollo capitalistas neoliberales en la mayoría de las regiones, ha agravado condiciones de violencia estructural con el aumento de los niveles de pobreza y pobreza extrema; desnutrición e incluso hambre; precarización y desrregulación del empleo; dificultades de acceso a servicios básicos como salud, educación, vivienda, todo lo cual impacta desproporcionada y violentamente en la condición de vida de las mujeres y las niñas. En esta realidad, no puede obviarse que la violencia machista se potencia, profundiza y extiende.

Acciones regionales

Como ya se ha informado, la RSMLAC está en estos momentos en un proceso de traslado de su sede e instalación de una nueva Oficina de Coordinación en Ecuador. Asimismo, como ha ocurrido a numerosas organizaciones de la sociedad civil en la región, se ha visto afectada por la disminución de recursos provenientes de la cooperación internacional. Esto implica que no podrá asignar recursos a las organizaciones de su membresía que desarrollen actividades alrededor de este llamado, pero sí habrá difusión de dichas actividades a través de nuestras publicaciones virtuales y sitio web.

Como en campañas anteriores, sugerimos realizar:

• Actividades de información pública, difusión, elaboración de comunicados para la prensa, etc.
• Interlocución con sectores de gobierno central y local para exigir avances legales, estrategias de intervención, y en general para exigir acceso a la justicia.
• Talleres de capacitación y sensibilización en el tema.


Asimismo, sugerimos conocer las valiosas experiencias contra la violencia sexista que están siendo desarrolladas, como la Campaña del Secretario General de la ONU, Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres; los 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género; y en nuestra región, la Campaña Punto Final a la Violencia contra Mujeres y Niñas, de Brasil que surgió a partir de la iniciativa del mismo nombre que coordinó la RSMLAC.

Para mayor información acerca de la violencia contra las mujeres y niñas, incluiremos una hoja informativa que profundiza acerca de este fenómeno tan extendido e
n el mundo entero.

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