Por:María Suárez Toro, Escribana
La manifestación en Totonicapán el 4 de octubre, descrita por Gladys
Tzul Tzul como “el primer levantamiento en Totonicapán del Siglo XXI”,
se originó con una gota que colmó el vaso: una gran protesta ante la
imposición de un impuesto alto e injusto sobre el uso de los bienes
inmuebles después de tres meses de intentos de diálogo y negociación con
la empresa que brinda ese servicio, en el contexto de propuestas de
leyes y leyes implantas que afectan la autonomía de las comunidades.
Desde el 2001 la empresa ENERGUATE cobraba un impuesto en las
facturas de servicio eléctrico que incluía un 40% de las facturas
correspondiente a servicios de alumbrado público a pesar de que muchas
de las comunidades de la zona ni siquiera gozan de ese servicio.
Así lo explicó Tzul de Totonicapán en el Congreso Centroamérica en el
Sur realizado en San José, Costa Rica entre el 14-15 de noviembre,
2012. Es activista y es una académica Maya K´ich´e, estudiante doctoral
en Estudios Latinoamericanos en México.
Foto Escribana
Tzul inició su presentación citando a Mirian Bats, una mujer de la comunidad que explicó durante las manifestaciones de duelo por el asesinato de 8 manifestantes por parte de las fuerzas armadas, que “en la marcha del 4 de octubre, todos somos hijos e hijas de campesinos; ahí estábamos campesinos, estudiantes, profesionales, comerciantes, transportistas K´ich´e que defendíamos nuestro derecho a ser autónomos y no tutelados.”
El rechazo al aumento de impuestos fue la gota que colmó el vaso, ya que las acciones actuales se configuraron en una continuidad de las muchas medidas de protesta por el aumento de la energía, el impuesto a las ventas (IVA) y la nueva Ley del Agua que se el gobierno quiere impulsar y que para las comunidades podía privatizar las nacientes que ellos administran en forma comunitaria. Igualmente las autoridades indígenas de Totonicapán han asumido un caso de inconstitucionalidad contra la Ley de Minería del gobierno para todo el territorio, que afecta sobre todo las tierras indígenas.
En Totonicapán, a 170 kms al oeste de Ciudad Guatemala, la amenaza de este tipo de proyectos se expresó inicialmente en una comunicación en febrero de este año por parte del Ministerio de Cultura y una universidad estadounidense en el sentido de que pretendían realizar investigaciones en los bosques comunales de Piedra Coyote y Los Tapiales. En esa ocasión todas las alcaldesas y alcaldes comunales se manifestaron contra una propuesta que no se le habían consultado de acuerdo a los convenios internacionales y el estatuto de los pueblos indígenas en la constitución que afirma la autodeterminación.
Ahora en octubre se manifestaban con tres propósitos: (1) Rechazar el proyecto de reforma constitucional del gobierno actual que pretende modificar el estatuto de los pueblos indígenas en la Constitución para declararlos “pueblos a proteger”, (2) Evitar los altos cobros de tarifas eléctricas y (3) apoyar las protestas de los estudiantes del magisterio contra el aumento de los años en la carrera docente.
Tzul explicó que las formas de ejercer una autoridad comunitaria en la toma de decisiones significaron que en las asambleas comunitarias en cada uno de los 48 cantones de Totonicapán se acordó, aunque no hubiése consenso total, que las carreteras de la ruta interamericana serian bloqueadas pacíficamente hasta que la comisión negociadora de la Junta Directiva de todos los cantones, presidida (por primera vez en muchas décadas) por una mujer, se reuniera con el Presiente de la República. Carmen Tacam es una joven Maya K´ich´e de 27 años de edad que vive en su comunidad mientras estudia derecho.
Carmen Tacam, foto de blogspot tucorazon.com
Al primer levantamiento del siglo en Totonicapán le siguió la primera masacre militar en Guatemala en el siglo XXI y desde los Acuerdos de Paz. Los asesinatos de Rafael Nicolás Batz Menchú, José Eusebio Puac Ordóñez, Jesús Francisco Ordóñez, Santos Nicolás Menchú Fernández, Jesús Baltazar Puac, Arturo Felix Sapón Yax y Domingo Pascual Solís y más de 40 heridos fueron en resultado inmediato de un operativo de 4 unidades antimotines por aire y tierra desde las milpas, mientras los atacados almorzaban durante el bloque de el cruce de “Alaska”, una de las carreteras que desembocan en la carretera Interamericana, han conmovido a Guatemala y al mundo.
Foto OLCA
La información se expandió por las redes sociales y las radios comunitarias mientras los grandes medios repetían la negación de los hechos y las responsabilidades por parte del gobierno. “Tuvimos que contrarrestar la información del gobierno y su repetición en los grandes medios” dijo en su ponencia.
Foto siglo XX1
Pero según Tzul, la represión no terminó con la masacre, sino que a
partir del 4 de octubre se han suscitado una cadena de actos que van
desde el desaparecimiento y posterior aparición de un ciudadano con
señales de tortura; la unión de los demás pueblos del sur-occidente que
se expresó en la Marcha por la Dignidad el 24 de octubre y; la
iniciativa del Órgano Ejecutivo de instalar una mesa de “diálogo” (las
comillas son de Tzul) con la directiva de los 48 cantones de
Totonicapán sobre sus demandas, rechazada por las autoridades comunales
por considerar que esa no parece ser la forma de lograr la
transformación necesaria.En su balance sobre los logros en un plano más global, Tzul señala que en Totonicapán “afloraron de manera más contundente el funcionamiento de los sistemas políticos K´ich´e, donde hombres, mujeres niños y anciano pensaron y actuaron en múltiples maneras para hacer política de defensa frente a la represión del Estado y frente a las arbitrariedades del capital.”
Añadió que asistimos a “la instalación de un horizonte de trasformación de las condiciones político económicas que el Estado quiere echar a andar sobre los pueblos indígenas, horizonte en el cual se inscriben las luchas y los haceres de la vida en común por no ser tutelados.”
Tres perspectivas caracterizan esa multiplicidad de formas, además de las marcha y protestas en la ponencia de la académica en el Congreso en mención.
Una, los procesos estructurales de las últimas tres décadas en Guatemala en los procesos de privatización de servicios públicos, la elevación de la carga fiscal y la planificación de un mapa geográfico político que tiene como base la obtención de recursos naturales sustentado en el modelo extractivista, condiciones todas frente a las cuales se despliega el accionar.
La segunda son los proceso de subjetivación que los pueblos Maya K´ich´e han venido construyendo en trayectorias de autonomía y que han significado el progresivo tras tocamiento de las coordenadas de la dominación étnica (de la que Andrés Guerrero). “El poder no todo lo puede controlar…” concluye Tzul en el desarrollo de esta segunda expresión, describiendo detalladamente cómo en las formas de sostenimiento material que habitan en las mujeres y de los hombres K´ich´e, son las que se toman en cuenta para sostener el proceso de organización comunitaria.
Finamente – dice – para poder entender la potencia de la política K´ich´e y su fuerza subversiva ante el Estado guatemalteco, es preciso entender que la “forma política” (que ella llama sistemas de gobierno comunal) está contenida en múltiples discursos y está contenida en un ritmo temporal en el que el tiempo de la vida cotidiana no se separa del tiempo de la vida política porque la vida cotidiana solo se organiza con la vida política.
Identifica varias características de esos sistemas de organización de la de la reproducción de la vida comunitaria: todas las acciones que se realizan de forma comunitaria son decididas y sometidas a discusión en las asambleas comunales aunque no haya acuerdo completo. Aclara que esas asambleas comunitarias están posibilitadas por lazos de parentesco para la tenencia de la tierra comunal y que han podido asegurar los medios de subsistencia material y que para su funcionamiento es necesario un sistema de obligatoriedad de trabajo comunal y un proceso de rotación de los cargos para el servicio del gobierno de lo común (elegidos cada año).
Otra característica es que la política K´ich´e no se rige a partir del tiempo universal de la política o un tiempo universal de la política. Existe un tiempo ordinario en el cual se despliega el accionar en todas esas dimensiones mencionadas, pero existe un tiempo extraordinario en el que se conjugan los tiempos – el de la política y el de la vida.
En el caso de las protestas en Totonicapán, Tzul explica cómo las integraron en un tiempo extraordinario. Las asambleas comunitarias fueron convocadas en 3 de octubre durante la fiesta patronal más grande, lo que fa cilitó la participación masiva. Las formas de convocar apelaron a todas las formas de c0municación actuales y tradicionales. “Tomar en cuenta que la gente tiene que trabajar para la subsistencia fue clave para la otra movilización masiva en 24 de octubre; si la hubiésemos realizado un día de marcado, mucha gente no hubiese podido asistir, tomar eso en cuenta fue relevante.”
Destacó que esa marcha fue una fiesta donde todas las mujeres se vistieron con sus huipiles Ixil festivos aunque era una protesta por los muertos, como expresión de que en medio de la tristeza, la vida sigue con su fuerza.
Concluyó que el que sea una mujer joven la que se encuentre al frente de la revuelta es disruptor y es una forma de rompimiento gestual de la política K´ich´e en actos que son de construcción de sentido. “Es la política hecha por mujeres y hombres comunes que negocian con “otros” (comillas de Tzul) órganos los recursos que no tienen, que son capaces de callar a un reportero que tergiversas informaciones, que confrontan al gobierno cara a cara aunque en las asambleas no se lograran dilucidar y ponerse de acuerdo sobre cuál es la ruta que debemos dar sobre la lucha que se viene.”
Foto laprensa.com
“El espacio de lucha no está separado del espacio de la vida porque la organización de la vida cotidiana es política”, concluyó.
(Fin)
Para leer la ponencia completa y una entrevista especial de Escribana a Gladys Tzul, regresar a http://escribana.org próximamente.
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